Hay una parte de mí muy íntima que pocos conocen. Una etapa en mi vida en la cual sufrí violencia de género y maltrato. Escribo este post para aportar mi granito de arena, no desde un papel de víctima, sino como motor que empodere a mujeres que estén pasando o hayan pasado por una situación similar. Quiero mostrar que, en este aprendizaje de vida, las cicatrices son parte de tus » súper poderes» y puedes sentirte orgullos@ de ello.

 La violencia de género pasó por mi vida

 

violencia de género miedo

Estaba en una «aparentemente» buena etapa en mi vida, me sentía fuerte y confiada. Tenía lo que por aquel entonces consideraba éxito: dinero, un buen trabajo, una pareja estable, amigos… Decidí entonces emprender, montando el negocio que siempre había soñado. Contaba con «cierta estabilidad y experiencia», por ello pedí una excedencia, en mi trabajo de los últimos 6 años, para aventurarme a crear uno de mis sueños

Todo apuntaba a mi favor, conseguí ver funcionar mis ilusiones…; todo menos que el enemigo vivía en casa. Este monstruo no solo era una persona física, además se llamaba falta de autoestima y miedo a la soledad. Ningún estudio, preparación o experiencia me sirvieron para combatirlo. Solamente cuando toqué fondo, en una camilla de urgencias, pude empezar a sanarme. 

No fueron los gritos, ni los desprecios, no fueron los portazos, ni las amenazas, fue mi falta de amor hacia mi misma lo que me hizo caer. No me habían enseñado a quererme y a respetarme, esa lección no estaba aprendida. Únicamente me importaba no hacer sufrir a los que habían confiado en mí y responsabilizarme de todo, por encima de mi propia salud.

Cuando mis energías y mi luz más se apagaba, caí en depresión, no quería seguir. Pero la niña que vivía en mi interior, algunos la llaman intuición o esencia, me habló. Me dijo, como Arya Stark al Dios de la Muerte en Juego de Tronos, «hoy no». Fue entonces cuando tomé una de las decisiones más importantes hasta ahora en mi vida, ingresar en una casa protegida de mujeres maltratadas de la Comunidad de Madrid.

Cómo fue el camino para sanarme de la violencia de género

 

stop a la violencia de género

 

Aún recuerdo que llegué con mi maletita a algo que me pareció una cárcel. Tenía conmigo lo poco que aceptaban guardar en el centro, apenas un par de zapatos, dos o tres mudas, un espejo y un pequeño neceser con mis cosas de higiene.  Atrás dejé todo lo material y las comodidades que, hasta entonces, creía que me daban seguridad y felicidad, para empezar a forjar la verdadera confianza en mí misma. Todavía siento aquel olor a cocina y los hierros del fino colchón clavando mi lumbar. Diez metros con dos camitas, verde esperanza en las paredes y una pequeña ventana al mundo real.

16 voces y corazones de mujeres distintas, pero con un mismo latir, con las que conviví durante dos meses y medio. Me enseñaron más gratitud y generosidad desinteresada que en toda mi vida. Aprendí a disfrutar con tan poco, a cocinar, a volver a reír, a bailar, a estar presente… Había perdido mi propósito de vida y aquellas mujeres me lo recordaron con su verdad sin filtros.

Pude hacer terapia con mi psicóloga y tutora, para entender que me había pasado y ayudarme a salir de mi dolor. Quería volver a ser la que era, solo que no me di cuenta hasta un año después, que eso jamás sucedería. Allí nació una versión más honesta y coherente. Más fuerte, más auténtica y con un claro sentido de para qué estaba en el mundo. Atrás quedó ese mundo tan superficial y vacío que me había construido tras una fuerte coraza.

Os dejo esta herramienta, el círculo de la violencia, que me ayudó mucho a tomar conciencia para poder superarlo. Además, realizamos técnicas de Mindfulness para quitar angustia y tristeza.

 

círculo de la violencia de género

 

violencia de género fases

Qué más hice para superar el maltrato y la violencia de género

 

A partir de allí, mi único propósito era sanarme del todo y seguir mejorando como persona. El miedo a que me pudiera volver a pasar algo parecido, era mi motor para esforzarme en conocerme y quererme.

No tenía un duro, estaba llena de deudas, me había quedado con muy poco, pero sentía que estaba haciendo lo correcto y que era más libre que nunca. Solo necesitaba el cariño de mi gente y volver a creer en mí. 

Gracias a esto, el mundo del desarrollo personal y el coaching llegó a mi vida. Vibraba con la posibilidad de poder ayudar a otras personas y a la vez seguir dando sentido a mi vida.  El destino me regaló  poder llevar a cabo esta misión

Además, recibí una terapia llamada Mind Jung en la escuela de desarrollo personal, en la que trabajaba como mentora de Alto Rendimiento. Es una terapia de reprogramación mental con un método propio, que mezcla técnicas como EMDR, PNL(Programación Neuro-Lingüística), Brainspotting, hipnosis y sincronización de hemisferios.

Con estas terapias, todo lo trabajado en el centro de mujeres afectadas por la violencia de género y las maravillosas personas que me han acompañado en este camino, conseguí quitar mis traumas tras el maltrato, sanar mi rabia, aceptar lo que es y aprender a perdonar.

«Nadie estamos libres de pasar por algo así, el maltratador (maltrato) puede ser el mejor de los actores», recuerdo me decía mi psicóloga del centro protegido para mujeres.

Hoy en día, gracias a mis estudios en Coaching, Inteligencia Emocional, mindfulness y PNL sigo conociéndome, mejorando mi autoestima y aprendiendo que ser feliz es tu responsabilidad. Gracias a los baños de Gong he conseguido sanar heridas profundas que tenía a nivel inconsciente desde la infancia, que durante muchos años de mi vida no me han permitido amarme, ni sentirme válida. Patrones que sin adarme cuenta me llevaban a tomar malas decisiones y a castigarme una y otra vez mental y físicamente.

Quiero seguir ayudando a las personas a paliar su sufrimiento y a demostrarles que pueden conseguir todo lo que se propongan a través de esfuerzo, actitud y la ayuda de profesionales que les guíen en su camino. Gracias a mi propósito de vida, hoy acompaño a estas mujeres a que se sientan merecedoras, valiosas, especiales y poderosas para ser las propias heroínas de su vida.

 

Imparable contra la violencia de género

 

» Siempre hay una» libertad última», como dice el pasiquitra Victor Frankl, independientemente de la situación de desesperanza que estés viviendo, para decidir cómo afrontar los dramas y ser la persona que tiene un para qué, dando sentido a su vida.»

 

Gracias infinitas a todas las personas que me han ayudado en este proceso, y a todas las almas con «haztitud» con las que compartir mis triunfos y mis miserias.

La vida no es de color de rosa, la vida es un puto arcoíris.

Feliz Vida!.

Sheila Díaz.

 

blank

blank

¿Quieres aprender tips de coaching, belleza y bienestar?

 ¡Suscríbete belleza! en el botón...

Te has suscrito con éxito!